En una pradera con hierba verde, que olía a un frescor inigualable, habían unos molinos en lo alto de una colina. Los molinos tenían un color blanco inusual, era como la nieve cuando el sol iluminaba, y era gris blanquecino de noche.
Cerca de allí, en un campo, habían muchas flores de colores; rosas rojas, azucenas azules, girasoles blancos... era un espectáculo verlas.
FIN
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